Hace un par de semanas mientras estaba tirado en el sofá mirando al techo y saboreando una poderosa Grinbergen, el teléfono sonó. Número: desconocido.
- ¿Sí? – contesté.
-¿David? – dijo una fina voz de mujer al otro lado, una voz que conocía muy bien.
- ¿Claire?¡No me lo puedo creer!
Claire es una muchacha francesa que conocí un verano, summer time, ya sabes, largas noches, playa, poca ropa, mucho alcohol y una fuerte energía celestial liberadora. A Claire realmente la había tocado la varita de dios, tenía ese tipo de belleza arrebatadora y sutil, delicada, muy francesa. Ese verano solíamos beber en el chiringo hasta el amanecer, buena charla, mejores risas, y ya. Ella estaba locamente enamorada de un gabacho así que no había nada que rascar, fue la fémina que me robó sin nocturnidad ni alevosía el corazón.
- Oh la la, ¿Cómo va todo preciosa?
- ¡Muy bien cariño! - respondió animada - y voy a darte un buen susto, ¡estoy en tu ciudad!
- ¿Aquí?
- Sí, estoy de paso hacia Lisboa y hoy hago noche en tu capital, voy sola… ¿podemos vernos?
- ¡Será un placer Madmoiselle! Qué te parece a las diez, en la catedral, es un lugar fácil de encontrar, te invito a cenar y a unas cervezas, ¿va benne?
- Va perfecto, en la catedral, creo que está al lado del hotel donde me alojo, preguntaré en recepción y te veo allí David, un beso muy muy grande.
- Otro.
- Oh la la, ¿Cómo va todo preciosa?
- ¡Muy bien cariño! - respondió animada - y voy a darte un buen susto, ¡estoy en tu ciudad!
- ¿Aquí?
- Sí, estoy de paso hacia Lisboa y hoy hago noche en tu capital, voy sola… ¿podemos vernos?
- ¡Será un placer Madmoiselle! Qué te parece a las diez, en la catedral, es un lugar fácil de encontrar, te invito a cenar y a unas cervezas, ¿va benne?
- Va perfecto, en la catedral, creo que está al lado del hotel donde me alojo, preguntaré en recepción y te veo allí David, un beso muy muy grande.
- Otro.
Colgué.
Eran las nueve y media de la noche, tenía el corazón a punto de explotar, ¡Claire!, no podía ser verdad, a veces el destino te brinda una buena copa de vino para beber de la vida.Rápidamente me duché, intenté mejorar mi resacosa jeta, elegí una camisa negra, (recuerdo que la gustaban las camisas negras), y a las nueve cincuenta y cuatro salía por la puerta de casa rumbo hacia ella, puntual y feliz, y por qué no decirlo, con la esperanza de que algo pasase entre nosotros, pero cuando estaba llegando al portal me di cuenta que no me había atizado colonia, ¡oh! no puede ser, a ella le chiflaba mi olor, vale que el olor es una mezcla de piel y de colonia, pero me faltaba un ingrediente, subí rápidamente las escaleras, de tres en tres los cuatro pisos, entré, fui al baño y me sumergí en un ligerísimo toque de fragancia . Ahora sí estaba preparado para la batalla, ahora todo era perfecto.
Al salir del baño, note algo extraño en la buhardilla, hacía como mucho calor, un calor infernal, un calor aguardentoso, mire el termostato, apagado, ¿entonces?, pasé la mano por los radiadores, ardiendo, ¿pero qué demonios?, intenté encender y apagar el termostato, nada, la casa seguía encendiéndose, miré la caldera, todo en orden, las 22:10, ya llegaba tarde, pensé en la dulzura de Claire. Comprobé la llave de los radiadores, cerradas, ¿pero?, al carajo, me voy, que se incendie la casa si hace falta. Tenía la mano ya en la puerta, listo para salir y dejar el infierno en que se estaba convirtiendo mi pequeña buhardilla, y sonó el timbre de la puerta de arriba.
- ¿Sí?
- Daaauuviiiidddd, soooyy Geuiigdeorge – balbuceó borracho -Abrí la puerta.
- ¿Qué haces man?, ¡estás cieguísimo!
George se desplomó en la entrada del loft, no articuló más palabras, joder George, vamos tío, ¡ESPABILA!, me tengo que ir, ¡he quedado con Claire!, el calor seguía subiendo, cogí a George como pude, es un tío grande y lo intenté llevar a la única habitación con puerta de la casa, no pude, lo dejé en el suelo a medio camino. Las 22:20, pensé en los ojos azules de Claire. Que no cunda el pánico, seguro que espera.
RIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGG, sonó el timbre de nuevo, con una llamada larga y exasperante, señor, ¡ESTO NO PUEDE SER VERDAD!
-¿Sí?
- David, soy R. -Abrí la puerta.
- ¿R? ¿Qué haces aquí?
- Mira bonito, debes tres semanas de cervezas en el bar, y ya empezaba a estar harto, págame ya cariño.
- ¿Tres semanas?, ¿seguro? (R. es un buen tipo, y si dijo tres, probablemente fueran cuatro, así que no tenté a la suerte) vale R. ahora te pago, pasa por favor.
-¿Y éste? – dijo R. al mirar a George en el suelo- ¿Qué le ha dado?, si es que de verdad…
Aprovechando que estaba R. cogimos a George y lo dejamos en la hamaca, fui a la cajita donde tengo el dinero para pagar las cañas, y de nuevo…
RIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG
- ¿Si?
- ¡Hola!, ¡soy Marta!, la vecina del segundo, ¿me puedes abrir? – vaya, Marta, veinte añitos, se enredaba como las persianas, buen proyecto de mujer, pero demasiada cháchara.
- Hola Marta, ¿qué pasa?, y abrevia por favor, tengo mucha prisa.
- Ay David vaya calor que tienes aquí, ¿no podrás dejarme una botella de vino?, es que tengo una cita… y me he quedado sin botellas…
- Claro, claro, pasa y sírvete tu misma, están al fondo junto a las hamacas.
Entretanto R. se había servido un pacharán y echaba un ojo a los vinilos. Las 22.35, pensé en la bondad de Claire.
- ¡Y este tío! – exclamó Marta – Vaya ciego lleva el campeón, jajajaja, aunque es guapo. Marta empezó la ardua tarea de intentar reanimarlo.
RIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNGGGGGGGGG RIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNGGGGGGGG, volvió a sonar el timbre, el calor seguía in crescendo.
-¡Un momento!, espeté, y fui corriendo a abrir las ventanas.
- ¿Quién es?
-¿Ésta es la calle tal, número cual, puerta tres? – dijo una voz varonil al otro lado.
-Sí, aquí es – respondí.
-¡Ha llegado tu fiesta! – exclamó un tipo con voz sensual- Ábreme…
-Abrí la puerta, era un tipo con gorra de policía, un calzoncillo negro y una buena porra.
- Creo que… se ha equivocado…
-¿No es aquí la despedida de soltero?
- No, no es aquí – respondí, empezaba a estar al límite y a sudar y a sudar y a sudar, me empezaba a deshacer.
-Pero ésta es la calle tal, número cual, puerta tres. ¿no?
- Si, pero te acabo de decir ¡QUE AQUÍ NO HAY NINGUNA DESPEDIDA!
-Ay David, déjalo pasar, no seas arisco – exclamo R. mirando al Boy con cariño.
El Boy pasó, se puso a charlar con R. Marta seguía intentando despertar a George que empezaba a articular palabras, los radiadores seguían ardiendo, por las ventanas no entraba ni una brizna de aire, la situación me podía, 22:50, pensé en la cintura de Claire.
Toc, toc, toc, sonaron tres golpes secos en la puerta.
¿QUIÉN EEEEEEEEES? – chillé de forma inhumana.
- Movimiento de los santos de los últimos días– respondieron.
-¿QUIÉN?
- !Mormones!
-¿QUÉ? - abrí la puerta, ahí estaban, dos mormones con su camisa blanca pantalón negro, un afeitado perfecto, una carpeta, su cara de felicidad y sus nombres escritos en dos chapitas, Ben y Benny.
- Hola, ¿ha oído hablar de la iglesia de los santos de los últimos días?
-Veréis chicos, no quiero ser maleducado, no estoy de humor, no tengo tiempo, ¡HE QUEDADO CON CLAIRE!
-Usted necesita más que nunca al señor, está apunto del infarto, ¡usted se ha visto! – soltó Ben- Si, el señor le acogerá en su seno y le dará paz – apuntillo Benny.
Resoplé, me pasé el brazo por la frente, agua, el calor me estaba matando, la gente me estaba matando, el tiempo me estaba matando, el Boy empezó a hacer llamadas a otros Boys y se puso un gin-tonic, R. otro pacharán, George abrió los ojos y Marta le sonreía. 23:00horas, pensé en los labios de Claire.
- Ben, Benny - dije solemnemente derrotado, veis al tipo de la porra, pasad y convertirlo.
Decidí abrirme una Grinbergen para relajar y emborracharme, lo daba todo por perdido, era incapaz de entender lo que estaba pasando y lo que es peor, no podía llamar a Claire porque tenía número desconocido y ella no daba señales de vida, seguramente estaría enfadada, o con otro tipo, las mujeres bellas no duran mucho tiempo a solas en los bares, o quizá no, no seas tonto, la esperanza es lo último que se pierde. Apuré la birra y pensé en largarme y dejar atrás todo aquello.
RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGG RRRRRRRRRIIIIIINNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG
RIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGG
Sonó el timbre.
- ¡QUIÉN EEEEEEESSSSSSSS!!!!! - Mi voz sonaba a Lucifer.
- Servicio postal, envió urgente.
- ¡PERO DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO! – Abrí la puerta.
Había un tío de metro cincuenta con una caja de cartón ENORME más grande que él,
- ¿Es usted David Z. de la productora Delirio artes escénicas?
Estaba atónito – sí, soy yo – nunca debí pronunciar esas palabras.
- Este paquete es para usted, firme aquí.
Firmé, fui al meadero, luego al frigorífico, abrí otra Grinbergen, me la bebí entera, necesitaba un trago, fui donde las botellas, cogí el whisky, di un buen lingotazo, el Boy había sacado algo de farlopa, había convencido a Ben y Benny, al final estaban siendo ellos los convertidos, R. iba por su quintopacharán y se puso un vinilo de la Joplin, comenzó a bailar sobre la mesa. Marta estaba metiendo mano a George que parecía que empezaba a reaccionar volteado en la hamaca. Todos sudábamos. Todos sudábamos más, esto sí que era la casa encendida, los radiadores estaban a punto de reventar, hinchados, abrí otra cerveza, 23:45, pensé en las largas piernas de Claire.
Cogimos la caja de cartón entre el Boy, Ben y Benny, y la movimos al centro de la casa, pesaba bastante, leí la etiqueta: Frágil, “Circo de la luz”, cogimos unas tijeras y empezamos a abrirla, de pronto salieron dos mujeres increíblemente altas, empezaron a estirarse y ¡NO PUEDE SER! eran siamesas, estaban unidas por el costado y la pierna, y eran bellas, bellas, blancas y altas. Todos nos quedamos sin palabras, hasta la Joplin. Todos sudábamos.
-¡Hola hola! – exclamaron sonrientes a la vez.
- Yo soy Vicky y yo soy Lilly, volvieron a decir al unísono, mientras salían de la caja reptando por el suelo y llenándolo todo con sus largos y unidos cuerpos, el Boy empezó a desnudarse, R. bailaba y aplaudía y fumaba y sonreía – ¡Me encanta! – El Boy se empezó a liar con Ben, ¿o era Benny?, el otro mormón encocado salió por la ventana y empezó a caminar por el tejado, bailando y rezando, las siamesas se me enroscaron al cuello como una boa de bella pluma, Marta comenzó a desnudar a George que por fin abrió los ojos del todo y exclamó – A LO LOCOOOOOOOOOOOOOOOO- y sonrió como un niño.Hacía mucho calor, repito, hacía mucho calor, abrí otra cerveza, mamé otro whisky de la botella, 00:30,pensé en los muslos de Claire.
Pensé en la vida, pensé en la muerte, pensé en matarlos a todos, pensé en adoptarlos y amarlos, pensé en… PLAAAAAAAAAAAAAAAAFFFFFF PLAAAAAAAAAFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFF – esto no está pasando – sin saber cómo, habían entrado seis hombres por las ventanas, seis hombres de traje rojo, con cascos, botas y mangueras, empezaron a rociarnos de agua, ¡ERAN LOS PUTOS BOMBEROS ROCIÁNDONOS DE AGUA!, mis paredes se empezaron a deshacer, los cuadros caían, ahí va Miró, ahí Ernst, todos los libros mojados, páginas de Blake nadando porel suelo,"Hojas de hierba" fundiéndose en agua, Joplin cantando más y más alto, George empezó a hacérselo con Marta en la hamaca, era una cópula graciosa, daban vueltas sin caerse, anudados como serpientes, las siamesas bailaban con el cuerpo de bomberos, R. cantaba y aullaba mientras se empezaba a desnudar, el Boy se sacó la porra, Ben se sacó la porra, Benny seguía en el tejado dando botes como un poseso y gritando – ¡He visto a dios, he visto a dios! yo abrí otra cerveza, y de nuevo, la puerta, volvió a sonar.
Ring, Ring, esta vez repiqueteó suave y dulcemente, la casa se estaba inundando.
No pregunté, abrí directamente, total, ya daba igual, al girar la puerta, vi a Claire.
Hubo un silencio sepulcral.
-¡Claire! – exclamé con un atisbo de lágrimas en los ojos, ¡que alegría!
Claire estaba allí plantada sin decir nada, tenía un niño de unos dos años del brazo,
me miró a los ojos y dijo:
-David, este es tu hijo.
Comencé a reír y a llorar,definitivamente a llorar mares y a reír mundos.
- Pero Claire, eso no es posible, tú y yo nunca estuvimos…
- ¿Juntos? Cara cabrón, que eres un canalla, ibas tan borracho que no te acuerdas, ¡y yo no te lo recordé porque tenía novio! ¡Estúpido!
Miré los ojos del chaval, chinos, absolutamente chinos, no había duda, el churumbel era mío.
-Logan, saluda a tu padre – ordenó Claire.
-Hola papa. –Dijo Logan con voz angelical.
Casi me desmayo, los invité a pasar a lo que quedaba de buhardilla, mi pequeña buhardilla de cincuenta y cuatro metros cuadrados, el espectáculo era dantesco, corría el agua de manguera, corría el whisky, corría la farlopa, se corrían las porras, los bomberos bailaban, las siamesas bailaban, R. bailaba y sonreía, el Boy y Ben y Benny bailaban y bebían, la Joplin danzaba y cantaba bajo la noche negra, George bailaba, Marta bailaba, todos danzando mientras la casa ardía y se inundaba, el mundo era un loco lugar maravilloso.
Fui a por otra cerveza, agarré a Logan, mi hijo, me senté en el suelo y lo puse en mis rodillas, me cogió del dedo gordo y mirando la escena desde sus minúsculos ojos apenas abiertos al mundo, me susurro, -tranquilo papa, sólo es el maravilloso desorden de la vida-.
Un relato de Zarain.
Ilustrado por Sir Rafa .G (www.trespuntoceroweb.com)
& Mr Hojas: (http://astrogorestudio.wordpress.com/)
Eran las nueve y media de la noche, tenía el corazón a punto de explotar, ¡Claire!, no podía ser verdad, a veces el destino te brinda una buena copa de vino para beber de la vida.Rápidamente me duché, intenté mejorar mi resacosa jeta, elegí una camisa negra, (recuerdo que la gustaban las camisas negras), y a las nueve cincuenta y cuatro salía por la puerta de casa rumbo hacia ella, puntual y feliz, y por qué no decirlo, con la esperanza de que algo pasase entre nosotros, pero cuando estaba llegando al portal me di cuenta que no me había atizado colonia, ¡oh! no puede ser, a ella le chiflaba mi olor, vale que el olor es una mezcla de piel y de colonia, pero me faltaba un ingrediente, subí rápidamente las escaleras, de tres en tres los cuatro pisos, entré, fui al baño y me sumergí en un ligerísimo toque de fragancia . Ahora sí estaba preparado para la batalla, ahora todo era perfecto.
Al salir del baño, note algo extraño en la buhardilla, hacía como mucho calor, un calor infernal, un calor aguardentoso, mire el termostato, apagado, ¿entonces?, pasé la mano por los radiadores, ardiendo, ¿pero qué demonios?, intenté encender y apagar el termostato, nada, la casa seguía encendiéndose, miré la caldera, todo en orden, las 22:10, ya llegaba tarde, pensé en la dulzura de Claire. Comprobé la llave de los radiadores, cerradas, ¿pero?, al carajo, me voy, que se incendie la casa si hace falta. Tenía la mano ya en la puerta, listo para salir y dejar el infierno en que se estaba convirtiendo mi pequeña buhardilla, y sonó el timbre de la puerta de arriba.
- ¿Sí?
- Daaauuviiiidddd, soooyy Geuiigdeorge – balbuceó borracho -Abrí la puerta.
- ¿Qué haces man?, ¡estás cieguísimo!
George se desplomó en la entrada del loft, no articuló más palabras, joder George, vamos tío, ¡ESPABILA!, me tengo que ir, ¡he quedado con Claire!, el calor seguía subiendo, cogí a George como pude, es un tío grande y lo intenté llevar a la única habitación con puerta de la casa, no pude, lo dejé en el suelo a medio camino. Las 22:20, pensé en los ojos azules de Claire. Que no cunda el pánico, seguro que espera.
RIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGG, sonó el timbre de nuevo, con una llamada larga y exasperante, señor, ¡ESTO NO PUEDE SER VERDAD!
-¿Sí?
- David, soy R. -Abrí la puerta.
- ¿R? ¿Qué haces aquí?
- Mira bonito, debes tres semanas de cervezas en el bar, y ya empezaba a estar harto, págame ya cariño.
- ¿Tres semanas?, ¿seguro? (R. es un buen tipo, y si dijo tres, probablemente fueran cuatro, así que no tenté a la suerte) vale R. ahora te pago, pasa por favor.
-¿Y éste? – dijo R. al mirar a George en el suelo- ¿Qué le ha dado?, si es que de verdad…
Aprovechando que estaba R. cogimos a George y lo dejamos en la hamaca, fui a la cajita donde tengo el dinero para pagar las cañas, y de nuevo…
RIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG
- ¿Si?
- ¡Hola!, ¡soy Marta!, la vecina del segundo, ¿me puedes abrir? – vaya, Marta, veinte añitos, se enredaba como las persianas, buen proyecto de mujer, pero demasiada cháchara.
- Hola Marta, ¿qué pasa?, y abrevia por favor, tengo mucha prisa.
- Ay David vaya calor que tienes aquí, ¿no podrás dejarme una botella de vino?, es que tengo una cita… y me he quedado sin botellas…
- Claro, claro, pasa y sírvete tu misma, están al fondo junto a las hamacas.
Entretanto R. se había servido un pacharán y echaba un ojo a los vinilos. Las 22.35, pensé en la bondad de Claire.
- ¡Y este tío! – exclamó Marta – Vaya ciego lleva el campeón, jajajaja, aunque es guapo. Marta empezó la ardua tarea de intentar reanimarlo.
RIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNGGGGGGGGG RIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNGGGGGGGG, volvió a sonar el timbre, el calor seguía in crescendo.
-¡Un momento!, espeté, y fui corriendo a abrir las ventanas.
- ¿Quién es?
-¿Ésta es la calle tal, número cual, puerta tres? – dijo una voz varonil al otro lado.
-Sí, aquí es – respondí.
-¡Ha llegado tu fiesta! – exclamó un tipo con voz sensual- Ábreme…
-Abrí la puerta, era un tipo con gorra de policía, un calzoncillo negro y una buena porra.
- Creo que… se ha equivocado…
-¿No es aquí la despedida de soltero?
- No, no es aquí – respondí, empezaba a estar al límite y a sudar y a sudar y a sudar, me empezaba a deshacer.
-Pero ésta es la calle tal, número cual, puerta tres. ¿no?
- Si, pero te acabo de decir ¡QUE AQUÍ NO HAY NINGUNA DESPEDIDA!
-Ay David, déjalo pasar, no seas arisco – exclamo R. mirando al Boy con cariño.
El Boy pasó, se puso a charlar con R. Marta seguía intentando despertar a George que empezaba a articular palabras, los radiadores seguían ardiendo, por las ventanas no entraba ni una brizna de aire, la situación me podía, 22:50, pensé en la cintura de Claire.
Toc, toc, toc, sonaron tres golpes secos en la puerta.
¿QUIÉN EEEEEEEEES? – chillé de forma inhumana.
- Movimiento de los santos de los últimos días– respondieron.
-¿QUIÉN?
- !Mormones!
-¿QUÉ? - abrí la puerta, ahí estaban, dos mormones con su camisa blanca pantalón negro, un afeitado perfecto, una carpeta, su cara de felicidad y sus nombres escritos en dos chapitas, Ben y Benny.
- Hola, ¿ha oído hablar de la iglesia de los santos de los últimos días?
-Veréis chicos, no quiero ser maleducado, no estoy de humor, no tengo tiempo, ¡HE QUEDADO CON CLAIRE!
-Usted necesita más que nunca al señor, está apunto del infarto, ¡usted se ha visto! – soltó Ben- Si, el señor le acogerá en su seno y le dará paz – apuntillo Benny.
Resoplé, me pasé el brazo por la frente, agua, el calor me estaba matando, la gente me estaba matando, el tiempo me estaba matando, el Boy empezó a hacer llamadas a otros Boys y se puso un gin-tonic, R. otro pacharán, George abrió los ojos y Marta le sonreía. 23:00horas, pensé en los labios de Claire.
- Ben, Benny - dije solemnemente derrotado, veis al tipo de la porra, pasad y convertirlo.
Decidí abrirme una Grinbergen para relajar y emborracharme, lo daba todo por perdido, era incapaz de entender lo que estaba pasando y lo que es peor, no podía llamar a Claire porque tenía número desconocido y ella no daba señales de vida, seguramente estaría enfadada, o con otro tipo, las mujeres bellas no duran mucho tiempo a solas en los bares, o quizá no, no seas tonto, la esperanza es lo último que se pierde. Apuré la birra y pensé en largarme y dejar atrás todo aquello.
RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGG RRRRRRRRRIIIIIINNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG
RIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGG
Sonó el timbre.
- ¡QUIÉN EEEEEEESSSSSSSS!!!!! - Mi voz sonaba a Lucifer.
- Servicio postal, envió urgente.
- ¡PERO DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO! – Abrí la puerta.
Había un tío de metro cincuenta con una caja de cartón ENORME más grande que él,
- ¿Es usted David Z. de la productora Delirio artes escénicas?
Estaba atónito – sí, soy yo – nunca debí pronunciar esas palabras.
- Este paquete es para usted, firme aquí.
Firmé, fui al meadero, luego al frigorífico, abrí otra Grinbergen, me la bebí entera, necesitaba un trago, fui donde las botellas, cogí el whisky, di un buen lingotazo, el Boy había sacado algo de farlopa, había convencido a Ben y Benny, al final estaban siendo ellos los convertidos, R. iba por su quintopacharán y se puso un vinilo de la Joplin, comenzó a bailar sobre la mesa. Marta estaba metiendo mano a George que parecía que empezaba a reaccionar volteado en la hamaca. Todos sudábamos. Todos sudábamos más, esto sí que era la casa encendida, los radiadores estaban a punto de reventar, hinchados, abrí otra cerveza, 23:45, pensé en las largas piernas de Claire.
Cogimos la caja de cartón entre el Boy, Ben y Benny, y la movimos al centro de la casa, pesaba bastante, leí la etiqueta: Frágil, “Circo de la luz”, cogimos unas tijeras y empezamos a abrirla, de pronto salieron dos mujeres increíblemente altas, empezaron a estirarse y ¡NO PUEDE SER! eran siamesas, estaban unidas por el costado y la pierna, y eran bellas, bellas, blancas y altas. Todos nos quedamos sin palabras, hasta la Joplin. Todos sudábamos.
-¡Hola hola! – exclamaron sonrientes a la vez.
- Yo soy Vicky y yo soy Lilly, volvieron a decir al unísono, mientras salían de la caja reptando por el suelo y llenándolo todo con sus largos y unidos cuerpos, el Boy empezó a desnudarse, R. bailaba y aplaudía y fumaba y sonreía – ¡Me encanta! – El Boy se empezó a liar con Ben, ¿o era Benny?, el otro mormón encocado salió por la ventana y empezó a caminar por el tejado, bailando y rezando, las siamesas se me enroscaron al cuello como una boa de bella pluma, Marta comenzó a desnudar a George que por fin abrió los ojos del todo y exclamó – A LO LOCOOOOOOOOOOOOOOOO- y sonrió como un niño.Hacía mucho calor, repito, hacía mucho calor, abrí otra cerveza, mamé otro whisky de la botella, 00:30,pensé en los muslos de Claire.
Pensé en la vida, pensé en la muerte, pensé en matarlos a todos, pensé en adoptarlos y amarlos, pensé en… PLAAAAAAAAAAAAAAAAFFFFFF PLAAAAAAAAAFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFF – esto no está pasando – sin saber cómo, habían entrado seis hombres por las ventanas, seis hombres de traje rojo, con cascos, botas y mangueras, empezaron a rociarnos de agua, ¡ERAN LOS PUTOS BOMBEROS ROCIÁNDONOS DE AGUA!, mis paredes se empezaron a deshacer, los cuadros caían, ahí va Miró, ahí Ernst, todos los libros mojados, páginas de Blake nadando porel suelo,"Hojas de hierba" fundiéndose en agua, Joplin cantando más y más alto, George empezó a hacérselo con Marta en la hamaca, era una cópula graciosa, daban vueltas sin caerse, anudados como serpientes, las siamesas bailaban con el cuerpo de bomberos, R. cantaba y aullaba mientras se empezaba a desnudar, el Boy se sacó la porra, Ben se sacó la porra, Benny seguía en el tejado dando botes como un poseso y gritando – ¡He visto a dios, he visto a dios! yo abrí otra cerveza, y de nuevo, la puerta, volvió a sonar.
Ring, Ring, esta vez repiqueteó suave y dulcemente, la casa se estaba inundando.
No pregunté, abrí directamente, total, ya daba igual, al girar la puerta, vi a Claire.
Hubo un silencio sepulcral.
-¡Claire! – exclamé con un atisbo de lágrimas en los ojos, ¡que alegría!
Claire estaba allí plantada sin decir nada, tenía un niño de unos dos años del brazo,
me miró a los ojos y dijo:
-David, este es tu hijo.
Comencé a reír y a llorar,definitivamente a llorar mares y a reír mundos.
- Pero Claire, eso no es posible, tú y yo nunca estuvimos…
- ¿Juntos? Cara cabrón, que eres un canalla, ibas tan borracho que no te acuerdas, ¡y yo no te lo recordé porque tenía novio! ¡Estúpido!
Miré los ojos del chaval, chinos, absolutamente chinos, no había duda, el churumbel era mío.
-Logan, saluda a tu padre – ordenó Claire.
-Hola papa. –Dijo Logan con voz angelical.
Casi me desmayo, los invité a pasar a lo que quedaba de buhardilla, mi pequeña buhardilla de cincuenta y cuatro metros cuadrados, el espectáculo era dantesco, corría el agua de manguera, corría el whisky, corría la farlopa, se corrían las porras, los bomberos bailaban, las siamesas bailaban, R. bailaba y sonreía, el Boy y Ben y Benny bailaban y bebían, la Joplin danzaba y cantaba bajo la noche negra, George bailaba, Marta bailaba, todos danzando mientras la casa ardía y se inundaba, el mundo era un loco lugar maravilloso.
Fui a por otra cerveza, agarré a Logan, mi hijo, me senté en el suelo y lo puse en mis rodillas, me cogió del dedo gordo y mirando la escena desde sus minúsculos ojos apenas abiertos al mundo, me susurro, -tranquilo papa, sólo es el maravilloso desorden de la vida-.
Un relato de Zarain.
Ilustrado por Sir Rafa .G (www.trespuntoceroweb.com)
& Mr Hojas: (http://astrogorestudio.wordpress.com/)