9 may 2011

El Sentido De La Vida. (Historia de Una Resaca #15 )

Sinceramente, no sé cómo pasó.

Bajo la luna y el traqueteo de los raíles trenes de vida caminan paso a paso, allí va Jou con su camisa moribunda y sus bermudas dando cera al ritmo de la madrugada temprana. Suda y suda y suda en el salón oscuro de la casa de JR. “el camarero”, Jou no deja de bailar, es una locomotora  descarrilada tentando al azar y su tirada, bebe whisky con cola, entra a una chica y vuelve a danzar.

Mientras, yo me siento en el sofá sobre el delirio descarnado de los sueños muertos. Esta fiesta es una ruleta rusa sin balas, un rollo, un tostón, demasiada gente, demasiada droga espanta cerebros, como el señor Ángel que vuelca los gramos en una línea continua como si de una autopista hacia el cielo se tratara, polvo blanco derramado sobre la barra americana de los suelos de las vidas de madera y los tablones desgastados. Pone su culo en pompa, amanerado, suelta una carcajada extrema HA HA HA HA y se atiza el veneno intercambiando las fosas, soltando improperios y dando paso a los temblores. Él, que fue quien nos enseño el valor de la locura y lo maniaco.

Agarro más birra y saboreo el trago, contemplo el espectáculo a través de latas de cerveza desde donde paso el rato analizando a la fauna que colma la estancia de suma desdicha.
Chica pelirroja cruza la mirada conmigo, me mantengo firme como un ejército de madres primerizas, ella se acerca.

-David, ¿no?
-Si.
-¿Un chupito?
-Si quieres compartir un chupito, soy tu hombre.
-Ella ríe, coge la botella de pacharán y sirve, me cuenta su vida, me cuenta su vida y me la   
 vuelve a contar, su boca es inagotable, insaciable, no deja de gesticular. Yo trago y ella habla y dice que está en la ciudad de paso… que está estudiando aquí un tiempo… que busca el sentido de la vida y no sé que más… la verdad, no me importa lo más mínimo así que decido zanjar la conversación. Marcho al excusado y pongo pies en polvorosa bajo la atenta mirada de las tarjetas de crédito destrozadas y los ojos doblados de la droga.

Silencioso como los alcoholes que me poseen voy dirección a la plaza de las ruinas y los cromos. Allí esta, la marabunta esperando como zombis heroinómanos de las barras, sus músculos tensos, sus labios mordidos, tics, cicatrices cauterizadas del acero sobre los rostros, punks, pijos, hippies, y ese enorme gentío dando palmas. Fusión, jaleo y más jaleo. Penicilina para la vida y yo de turista por el valle del jarabe y el vómito. Soy una central nuclear a punto de estallar caminando en eses sobre el tsunami de mil mujeres extraviadas, mi cerebro es un liquen de lúpulo.

Creo divisar en las escaleras bajo el peso de los siglos de la catedral los ojos de Tamy, Tamy es preciosa, canta baila y danza con sus cariocas, se mueve como una diosa de fuego entre la muchedumbre, es perfecta, me acerco, me siento y respiro la vida a través de sus ojos de un verde esmeralda que desmaya, el viento se ruboriza cuando pasa cerca de su fuego de imanes de ángeles desterrados. Tamy se sienta a mi lado, hablamos, subimos la vibración del universo, bebo más y más vino, cojo aire, la miro, creo que es la chica más bonita que ha cruzado por mi vida, me tumbo en el suelo preso del alcohol y cierro los párpados mientras la escucho hablar sobre poemas y guerras. La espesura de los vapores etílicos se va haciendo cada vez más densa.


Y como un pez que aletea en la hora de su muerte, abro los ojos. Ya es de día, la noche me ha dejado tocado y hundido en la plaza, sólo, dormido en las escaleras donde ahora un puñado de ancianos van a misa, creen en los dioses. Yo no. Yo creo en Tamy.

En el teléfono tengo un mensaje, es una foto de Jou enseñándome el culo, gran despertar, -joder Jou! - Dirijo mis pasos hacia casa, comienza a llover, -lo que faltaba-, las gotas se deslizan por mi sombrero y calan los huesos resacosos, es como un patíbulo de masas, la baba y las lágrimas del mundo resbalando sobre mis botas.

Los tres pisos del edificio se me antojan como un iceberg gigante, soy Edurne Pasaban después de ascender a los catorce ocho miles y beberse los montes, soy la voz del rugido y del quejido de los dedos amputados. Este mastodonte de escaleras endiabladas me atiza de lleno en la cara, pone a prueba mis reflejos, ritmo y equilibrio, subo y subo, tiro de escarpines y de cuerdas, de arneses y pastillas de magnesio. Logro llegar a duras penas hasta el segundo piso, me arrastro como una ameba ebria hasta el tercero, -!por fin!-, agarro el pomo de la puerta, fatigado, doblado, extasiado. Una gota de sangre cae por mi nariz cuando exhalo el oxigeno, no es bueno, pero es real, como la vida.

Entonces me doy cuenta que la puerta de casa está abierta,-¡Pero qué demonios!- entro a matar en la estancia como un  león entra a matar en la estepa de Damasco, Siria y las revueltas permanentes. Y allí, como una Venus de Milo, como una nueva religión, estaba ella, en mi cama, con sus cariocas y sus sueños escuchando a Robert Johnson-no me lo puedo creer, tío, realmente eres un tipo con suerte-, no sé qué dijiste anoche pero debió ser bueno porque ella está aquí, en la buhardilla. Tamy cogió las llaves del rincón secreto y abrió las puertas del deseo, se instaló como una bocanada de aire fresco en el desierto.

Mientras me quito la camisa, ella se gira, sonríe pícaramente y da vueltas desnuda en el colchón, Tamy parece feliz, eso me gusta, paso por la nevera y abro una última cerveza, o tal vez la primera, ¿Quién sabe cuál es el orden de las cosas? Jou me está llamando y son las diez de la mañana, este tío no tiene fondo y yo tengo un sueño hecho realidad sobre la cama.

–Jou ahora es mal momento.
 -David tío, tienes que venir ahora mismo, no te puedes perder esta mierda.
- Mira J. de verdad, ahora no puedo, esta vez no voy a ir a rescatarte.
- Tío, que no es un rescate, estoy con A. y con R. y estamos descubriendo el fin de la   
  existencia, la savia de la vida, el músculo tenaz de todas las pasiones …
- Jou ¿que coño te has comido? esta noche te veo y me cuentas, y si descubres el sentido de
  la vida, por favor, dale una patada en el trasero de mi parte. El sentido de la vida está ahora  
  en mi cama esperando.

Cuelgo el teléfono, Tamy sigue sonriendo.

- Así que soy el sentido de tu vida, me dice con una risa extraña.
- Claro cariño, el sentido de mi vida y la quinta esencia de todos los deseos.

Cuando me dispongo a entrar en la cama cual Don Juan, noto que la puerta del baño se abre,
aparece una mulata de metro ochenta y cinco, desnuda, labios en flor, pelo oscuro, preciosa. Mi presencia no parece inmutarla, ni siquiera da un vistazo, se mete directamente en la cama - joder, joder, esto no puede ser verdad, soy la suerte hecha carne!- empiezan a acariciarse, los mamuts resuenan a lo lejos, la rabia invertebrada de sus gemidos, el fino tacto de la piel resbalando entre las sábanas negras… se besan, gimen y se cogen fuerte por el cuello, el pelo y el pubis. Mis ojos no dan crédito, estoy a punto de llorar, soy la lágrima feliz de la utopía, suena un coro de voces celestiales galopando en mi cabeza. Ellas se lamen y relamen, ya no puedo más, me lanzo al cuadrilátero como un corcel desbocado armado de brío, iiiiiiiiijjjjjaaaa!! Pero… algo pasa, algo falla, ellas ni se inmutan, estoy a escasos centímetros de las dos, ¡y ni me miran!, están a lo suyo. Intento entrar en el juego pero no hay forma, por un flanco, por el otro, por arriba, por abajo, estiro el brazo como un ladrón en el mercado, y nada, ¡NO, NO, NO!, aquello parece el twistter y a mí nunca me toca, ¡no es justo! ¡ES MI CAMA! Los nervios se me saltan como puntos en heridas, soy el fuera de juego, soy el linier, el recoge pelotas, la llamada de auxilio sexual de las seis de la mañana, el hombre invisible, ¡soy el bidé! con Tamy,

Tamy y la mulata siguen a lo suyo, mano va, mano viene, un relance de lenguas enganchadas con sabor a fresa en mi colchón que tiene el color de la pérdida. Tras unos escasos segundos de insoportable lucidez, decido salir del ring con un execrable y humillante carraspeo. Soy el destierro del Cid, Napoleón ajusticiado en Elba, el conde de Monte Cristo encerrado en el castillo de If, San Juan predicando en el desierto, soy la derrota.

Por algún rincón de MI CASA se acerca el clímax, se siente el placer, orgasmos de todos los sentidos liberados. Y yo en el sofá, como un pobre Quijote pensando en Dulcinea, Jou y el jodido sentido de la vida.

Vuelvo a la nevera, abro una lata y me rio con cada alarido que llega desde el colchón.
-¡Que carajo!-, menuda historia, doy un trago y me quedo allí sentado.

Mirando.


Un relato de Zarain.
Ilustrado por Mr.Hojas (http://astrogorestudio.wordpress.com/)

16 mar 2011

Como En Un Mal Sueño. ( Historia De Una Resaca #14)

Cogidos por las alas en el intermedio de la existencia, ahí van Jim y Jou enganchados en vitrinas de Vodka y muerte, con sus pelos desgarbados, sus tatuajes sin apenas ya color, agarrados como sólo saben cogerse los borrachos, dos alcohólicos etílicos desmembrados con sus cerebros por el suelo de la discotek rodando tibios, y esos iris rojos que buscan en la pista aludes de pasión y la más alta explosión de admiración de mis partes. A destacar el cielo oriental… la chica del pódium… el gorila que nos pilló desprevenidos en el baño, que te asestó un señor puñetazo en la mandíbula cuando aquellas pastillas todavía yacían en tu boca, eh P?, y al momento sus labios escupieron - He estado en lugares que vosotros ni habéis soñado-,  y tras semejante aguardiente la guardia civil nos recogió en sus tricornios y nos metió de nuevo al antro porque era un picoleto de buen rollo y tu ostia en la cara y mi media ostia en general le debieron hacer gracia…

Desde esta mesa veo la playa, mato el tiempo leyendo a Aragón y soñando contigo, morena, tú, que no has venido a la cita con el diablo revestido de niño malo, y da igual que el desierto de Tánger te secuestre o sea esta duna en el medio de la nada o el gorila de anoche que me partió la cara por tres sitios tan sólo por hablar con una bella dama, que a resultas era la suya. O como aquel policía de Ibiza que nos hizo soplar cuando anidábamos cerca de los astros y el tipo viejo y concurrido por la droga, al reventar nuestro alcoholímetro exclamo - Les dejaré marchar pero invítenme al menos a un cigarro- y subió al limbo con nosotros y nos dejó seguir camino a las estrellas con dos mantos de locura… como Antuan babeando en el dorado tras la ingestión de diez pastillas y Bat en el suelo potando tras la ingestión de tres pastillas, y P  tres días sin dormir por la ingestión de una mujer, cada hombre tiene su medida y eso es así. Y ahora desde la ventana del garito veo la playa y soy una llaga de morfina, un trozo de luz a oscuras en el cuello del útero de la botella, noches de whisky en el rincón de los recuerdos olvidados subidos a un contenedor surcando los mares de basura. Paul y yo armados de alcohol sobre una cruz verde cruzando los cruces jugándonos la biografía, y qué decir si la vida nos asesta puñaladas y las palabras fluyen como la arcada del borracho a media noche.

Era un viernes cualquiera de verano cuando te acercaste con esa sonrisa de diosa griega y me dijiste “¿no te irás a ir con la rubia?” y todo entero flojeé y acabamos bailando en las hamacas del amanecer con mis labios musitando “Eres bellísima” y otro tango que no recuerdo, para al final poder morder tu piel a las nueve de la mañana a plena luz Tú y yo enhebrados como alfileres a la vista del mundo porque no había nada que ocultar, salvo a tu novio, en esa playa que no era de Tetuán ni de Córcega ni estábamos en un yate excepto en el nuestro cruzando la tramontana Mallorquina ebrios de felicidad, sumergidos entre delfines como en la “Dolce vita”, viviendo un sueño que no me pertenecía. Bogart en Casablanca asestando bofetadas y Jim y Jou jugando hasta las cejas de polvo blanco al voleibol el día de mi treinta cumpleaños cuando la cerveza se escribió en la vena, la vena llena de droga y lloraba como un niño a la orilla del mar al contemplar lo grandioso de la vida y mis errores.



Si, esa noche en Cadaques cuando el cielo rompió lagrimas de mares y tu y yo morena nos habíamos fundido ochenta pavos en mojitos y subíamos las cuestas hacia el Mistyc desnudándonos por las calles para hacer el amor en la piscina donde los guiris nadaban a las dos o tres horas felices en nuestros fluidos de vida y de miel, y porque no, también algo de menta. En aquel mi último y verdadero aniversario, cuando ebrio prometí volver a hablar con él, y luego él murió como en las tragedias griegas,  y se quedaron tantas cosas por decirnos y tantas cosas por vivir, como en el anuncio… “Sittin on the stock on the bay”. Y Jim y Jou y Antuan y P saltando precipicios de accidentes en coche perdidos entre naranjos al anochecer. Y aquella imagen… dónde era… de M en bikini rojo después de nuestra primera noche gitana sumergida en las luces del albor doblegando a los dioses con su belleza morena-latina bajo el agua de aquella ducha de playa derritiendo mi ser como canela. Tú y yo en la isla bonita bajo las calas nudistas donde dejamos marchar a preciosa uruguaya e indecente argentina con sus vaqueros rotos y su Vespino porque estábamos absolutamente enamorados. Y en ese antro a media tarde donde perdimos en la arena de un golpe la llave de nuestra amistad, y también del coche.

Aquel día en que os había perdido a todos, aquel verano en que os eché, en que os saqué de mi vida a todos. Antuan liando hierba en los chiringos de moda, Bat sorprendido en la más antigua profesión del universo. Doncellas adorando las crines de los tirados y yo orgulloso y herido peleando por un sorbo de tus piernas, como la mexicana que me rompió el corazón en la distancia, o las palabras de Mr. H. un sofá atascado en el pasillo y risas de colgados, surrealismo, si es que aún queda algo de amor en el mundo, si es que aún queda algo de vida en este cuerpo. Jim entrando a todo lo que se movía levitado por los vapores etílicos. Borrachos de media vida, de media vida de resaca y sin un chavo. Y al final de todo, estabas tú, sin armadura, para asestarme el golpe de gracia rubia, como en nuestra única tarde, como en la única tarde de mi vida contigo.

Y en esta historia, no hay mayor historia que la verdad sostenida sobre cuerdas y palabras, (alguien lo dijo) y buscar la dirección y la moral no es necesario porque saltó del pasado al presente como quien viaja en una gramola del tiempo, escribo lo que leo en mi mente de recuerdos y abismos, ahora que todos nadamos en el barco solitario de la vida. De la guerra y de la vida de aquel día en Lisboa o Budapest donde os había perdido a todos como en un mal sueño.


+ en www.elorgasmotranquilo.blogspot.com
Ilustrado por: Ivan Hojas (http://astrogorestudio.wordpress.com/)

6 feb 2011

Solo Tiene Valor Sentimental. ( Historia De Una Resaca #12+1)

Llagas de morfina en la boca de los cielos, el señor R. despachando tras la barra balas de plata, tú, rubia loca desgastando la  existencia con tus zapatos rojos de tacón en un ir y venir al despacho de los enfarlopados, opiáceos ocultos en la oscuridad de la tarde como palabras del infierno y el desprecio esperando cual cita a ciegas en la mesa de terraza que ocupa este, mi cuerpo desmembrado.

En la boca, la luz de la resaca de la noche anterior que continúa. La lengua de gato, etílicas las pupilas perecen en esta tarde de domingo, tarde larga de ser sin estar, estar sin ser, sentado en el camino de la historia, cortándola el paso o tal vez aniquilándola, poco a poco, vaso a vaso, lingotazo a lingotazo.

Una mesa para mi sólo, un espacio inexistente a tus ojos en los aledaños de la catedral con tres sillas vacías contemplándome. Ha caído la media tarde y una luz endiablada descose mis párpados, el sustento de un libro entre los dedos camufla la soledad que me habita como un enorme mono drogadicto ansioso de cerveza; cuatro cañas y la vida es beautiful.

A ambos lados de mi mesa, estudiantes locos, vivos, intempestivos, parlotean alto, alto y más alto, es agradable oír la vida florecer en el séptimo día… y frente a mí,  delante de todos los comienzos: El amor tallado sobre la roca.

Él, con los dedos pegados a ella, imantados a la raza, ráfagas de hormonas embriagadas de paseo por el valle de la vida, sensualidad envuelta en carne y volumen. Ella, con mirada felina lo desnuda y lo engancha por la nuca, se observan, se miran, se consumen. Acercan sus fosas, el tiempo se para, la luz se esconde, vibran ráfagas de deleite y placer, una mariposa aletea en el polo norte cuando un arpón rompe el hielo de una base naval americana, ellos se miran y Túnez se rebela, la rebeldía prendida en la mirada del amor sincero, la pureza en la antesala de la erupción previa a la tormenta, el tiempo al mismo tiempo. En Australia a estas horas duermen, y aquí, ahora, está sucediendo el amor, se está haciendo el amor en la terraza.

Con la chispa de la vergüenza encendida él permanece tieso. R. trae otra caña a mi mesa, -esta vez invita la casa-, o mejor dicho me invita R. (Es un gran tipo), genuino, con mirada de gentleman. Los chicos de enfrente siguen dilatados, lubricados en emociones de atracción como dos orbes derrapando a escondidas por la vía láctea, éxtasis de todas las segregaciones, testosterona envuelta en paños de alcohol, feromonas en el aire pululando, y los estudiantes gritan y chillan. Hacen monadas. Sudan.

No ven la magia porque no entienden del silencio, no entienden que para ver la dilección de la vida hay que estar invadido por la calma o la cerveza, a fin de cuentas, ebrio, con faldas de locura caminado por las vertebras, ¿eh rubia?, como en los “good times” rubia, como en los buenos tiempos quebrantados, pedazos de piel desollada en los andenes, necrosis en el alma, raíles de voluptuosidad y descaro, carnavales en enero bajo la terraza de los rayos del sol en los albores de las catedrales de piedra.

-Otra birra R!- y ya van seis balas, todavía queda algo de mortero en la recamara, ¿jugamos una ruleta rusa J.? (esta camarera creo que me odia, y no la culpo. Yo la aprecio).

Cruza la calle una bolsa de rebajas meneada por el viento de lado a lado, el fósil de la existencia sigue vivo en la mirada de ellos, los enamorados, angelicales, caninos, vírgenes. Enganchada a su melena; ella. Enfermando de amor por su cadera; él. Me aproximo de lejos a sus intuiciones, agudizo los sentidos, ya casi puedo escucharlos, penetro a golpe de vista en sus adentros, en las paredes de su alma, tan cerca de sus gaznates que puedo sentir los jugos, una obertura de Linces hambrientos desbocados hasta besarlos con mis labios beodos en la frente.

Sus silencios fueron las palabras de amor más hermosas que jamás nadie haya escuchado. Sus silencios en el rugir de la vida, la erección de la savia hirviendo por las venas incorruptas, y después, los castos sollozos del que fuera rey de la manada.

De vuelta, en la mesa sólo hay vasos y sillas desplomadas, los estudiantes ya no chillan, y  mientras, en Australia la vida se levanta.

-Puedo recoger los vasos David, es hora de cierre.
-Claro R., solo tienen valor sentimental.



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Ilustrado por: Ivan Hojas (http://astrogorestudio.wordpress.com/)