Cogidos por las alas en el intermedio de la existencia, ahí van Jim y Jou enganchados en vitrinas de Vodka y muerte, con sus pelos desgarbados, sus tatuajes sin apenas ya color, agarrados como sólo saben cogerse los borrachos, dos alcohólicos etílicos desmembrados con sus cerebros por el suelo de la discotek rodando tibios, y esos iris rojos que buscan en la pista aludes de pasión y la más alta explosión de admiración de mis partes. A destacar el cielo oriental… la chica del pódium… el gorila que nos pilló desprevenidos en el baño, que te asestó un señor puñetazo en la mandíbula cuando aquellas pastillas todavía yacían en tu boca, eh P?, y al momento sus labios escupieron - He estado en lugares que vosotros ni habéis soñado-, y tras semejante aguardiente la guardia civil nos recogió en sus tricornios y nos metió de nuevo al antro porque era un picoleto de buen rollo y tu ostia en la cara y mi media ostia en general le debieron hacer gracia…
Desde esta mesa veo la playa, mato el tiempo leyendo a Aragón y soñando contigo, morena, tú, que no has venido a la cita con el diablo revestido de niño malo, y da igual que el desierto de Tánger te secuestre o sea esta duna en el medio de la nada o el gorila de anoche que me partió la cara por tres sitios tan sólo por hablar con una bella dama, que a resultas era la suya. O como aquel policía de Ibiza que nos hizo soplar cuando anidábamos cerca de los astros y el tipo viejo y concurrido por la droga, al reventar nuestro alcoholímetro exclamo - Les dejaré marchar pero invítenme al menos a un cigarro- y subió al limbo con nosotros y nos dejó seguir camino a las estrellas con dos mantos de locura… como Antuan babeando en el dorado tras la ingestión de diez pastillas y Bat en el suelo potando tras la ingestión de tres pastillas, y P tres días sin dormir por la ingestión de una mujer, cada hombre tiene su medida y eso es así. Y ahora desde la ventana del garito veo la playa y soy una llaga de morfina, un trozo de luz a oscuras en el cuello del útero de la botella, noches de whisky en el rincón de los recuerdos olvidados subidos a un contenedor surcando los mares de basura. Paul y yo armados de alcohol sobre una cruz verde cruzando los cruces jugándonos la biografía, y qué decir si la vida nos asesta puñaladas y las palabras fluyen como la arcada del borracho a media noche.
Era un viernes cualquiera de verano cuando te acercaste con esa sonrisa de diosa griega y me dijiste “¿no te irás a ir con la rubia?” y todo entero flojeé y acabamos bailando en las hamacas del amanecer con mis labios musitando “Eres bellísima” y otro tango que no recuerdo, para al final poder morder tu piel a las nueve de la mañana a plena luz Tú y yo enhebrados como alfileres a la vista del mundo porque no había nada que ocultar, salvo a tu novio, en esa playa que no era de Tetuán ni de Córcega ni estábamos en un yate excepto en el nuestro cruzando la tramontana Mallorquina ebrios de felicidad, sumergidos entre delfines como en la “Dolce vita”, viviendo un sueño que no me pertenecía. Bogart en Casablanca asestando bofetadas y Jim y Jou jugando hasta las cejas de polvo blanco al voleibol el día de mi treinta cumpleaños cuando la cerveza se escribió en la vena, la vena llena de droga y lloraba como un niño a la orilla del mar al contemplar lo grandioso de la vida y mis errores.
Si, esa noche en Cadaques cuando el cielo rompió lagrimas de mares y tu y yo morena nos habíamos fundido ochenta pavos en mojitos y subíamos las cuestas hacia el Mistyc desnudándonos por las calles para hacer el amor en la piscina donde los guiris nadaban a las dos o tres horas felices en nuestros fluidos de vida y de miel, y porque no, también algo de menta. En aquel mi último y verdadero aniversario, cuando ebrio prometí volver a hablar con él, y luego él murió como en las tragedias griegas, y se quedaron tantas cosas por decirnos y tantas cosas por vivir, como en el anuncio… “Sittin on the stock on the bay”. Y Jim y Jou y Antuan y P saltando precipicios de accidentes en coche perdidos entre naranjos al anochecer. Y aquella imagen… dónde era… de M en bikini rojo después de nuestra primera noche gitana sumergida en las luces del albor doblegando a los dioses con su belleza morena-latina bajo el agua de aquella ducha de playa derritiendo mi ser como canela. Tú y yo en la isla bonita bajo las calas nudistas donde dejamos marchar a preciosa uruguaya e indecente argentina con sus vaqueros rotos y su Vespino porque estábamos absolutamente enamorados. Y en ese antro a media tarde donde perdimos en la arena de un golpe la llave de nuestra amistad, y también del coche.
Aquel día en que os había perdido a todos, aquel verano en que os eché, en que os saqué de mi vida a todos. Antuan liando hierba en los chiringos de moda, Bat sorprendido en la más antigua profesión del universo. Doncellas adorando las crines de los tirados y yo orgulloso y herido peleando por un sorbo de tus piernas, como la mexicana que me rompió el corazón en la distancia, o las palabras de Mr. H. un sofá atascado en el pasillo y risas de colgados, surrealismo, si es que aún queda algo de amor en el mundo, si es que aún queda algo de vida en este cuerpo. Jim entrando a todo lo que se movía levitado por los vapores etílicos. Borrachos de media vida, de media vida de resaca y sin un chavo. Y al final de todo, estabas tú, sin armadura, para asestarme el golpe de gracia rubia, como en nuestra única tarde, como en la única tarde de mi vida contigo.
Y en esta historia, no hay mayor historia que la verdad sostenida sobre cuerdas y palabras, (alguien lo dijo) y buscar la dirección y la moral no es necesario porque saltó del pasado al presente como quien viaja en una gramola del tiempo, escribo lo que leo en mi mente de recuerdos y abismos, ahora que todos nadamos en el barco solitario de la vida. De la guerra y de la vida de aquel día en Lisboa o Budapest donde os había perdido a todos como en un mal sueño.
+ en www.elorgasmotranquilo.blogspot.com
Ilustrado por: Ivan Hojas (http://astrogorestudio.wordpress.com/)
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